Los lectores de El Progreso lo han elegido como personaje del año en Galicia, una calificación que se ha ganado con creces después de haber conseguido aumentar su mayoría en las urnas en una época de recortes y devastación de servicios públicos y estado del bienestar. Y es que muchos gallegos creen de verdad que Alberto Núñez Feijóo, como dice la canción del grupo músico-humorístico Os da ría «preside Galicia sen avaricía», y por ello le han confiado su suerte como se hace con el asesor fiscal al que se acude para que intente hacernos la declaración del Hacienda menos dolorosa. A veces lo consigue y, cuando no, que es en la mayoría de los casos, al menos aporta ese bálsamo que los humanos necesitamos para curar heridas y que consiste en tener conocimiento de desgracias ajenas mayores.
Feijóo se ha afanado en recordarnos en los últimos meses que Galicia está soportando mejor la crisis que otras comunidades, que no tendrá que pedir rescate y que creará empleo pronto. Las cuentas las maneja él y nosotros no podemos más que encomendarnos a su equipo como la plantilla de una empresa en bancarrota lo hace con sus administradores concursales. Pero es que si el renovado presidente de la Xunta logra sacarnos de esta con la misma sensación indolora con la que los funcionarios gallegos asumieron el nuevo mordisco en sus pagas extra, creo que más que ser personaje del año, Feijóo merecería el Balón de Oro.

Non sei quen foi o ideólogo do galano que recibiron hai uns días os titulados cos mellores expedientes na última promoción de universitarios galegos, pero agasallar a uns rapaces que representan a unha das xeracións mellor preparadas cunha maleta semella unha burla nos só para eles e os seus pais, senón para un pobo que da a impresión que só lles desexa un futuro mellor lonxe do seu país.

A foto dos mozos marchando cara as súas casas tirando do troley gustaríame vela pero asumindo o papel de arrieiros eses políticos que queren convertir o ensino en Galicia nun luxo ou nun sacrificio cada vez máis inalcanzable para as familias galegas.

Resulta tamén curioso ver como se está a menospreciar o esforzo entre os alumnos, xa non só con galanos de dubidoso gusto, senón coa retirada de bolseiros como os que premiaban a excelencia e que foron suprimidos logo da entrada do PP no Goberno da Xunta. Estas becas seguen sen embargo a ofrecerse noutras comunidades como a de Madrid, adonde acabarán indo moitos deses mozos que agora representan o mellor do no noso país.

Como dixo un político francés unha vez: “Se fas grandes cousas, atraerás grandes mentes. Se fas cousas pequenas, atraerás mentes pequenas; e as mentes pequenas por regla xeral traen problemas… Logo, temos grandes problemas”.

Llega septiembre y nos trae el cambio de biorritmos, las secuelas de los excesos con la dieta y las facturas aplazadas de la Visa, mientras los escaparates y los folletos de las grandes superficies nos anuncian una vuelta al cole que para muchos padres gallegos se ha vuelto más cuesta arriba gracias a la política de recortes implantada por el Gobierno gallego.
Hasta 300 euros se van a gastar algunos progenitores en llenar la mochila de sus hijos este mes, la misma cantidad que Sarkozy mete en la cartera de los gitanos que envía a casa, una medida que muchos ciudadanos aplicarían también con los políticos que optan por suprimir medidas sociales como la gratuidad de los libros de texto, mientras mantienen las ayudas para la compra de coches de 30.000 euros o para renovar aquellos electrodomésticos que podrían tirar unos años más. Y es que lo que interesa ahora es que funcione el mercado, en este caso el editorial, ya que el sistema de préstamo y reutilización de textos, que además del ahorro fomentaba la capacidad del escolar de cuidar las propiedades públicas para ser usadas por otros, no era del agrado de las editoriales ni de los libreros. Menos mal que a los padres no les importa gastar en la educación de sus hijos, un ejemplo que también deberían seguir las administraciones.

Sería la mayor aportación del sistema educativo gallego a la generación MP3, los adultos de mañana dominarían tres idiomas y se podrían comunicar con cerca de mil doscientos millones de personas, si contamos los hispanohablantes, lusófonos y  anglófonos. Ése es el espíritu con el que la Xunta quiere vender el nuevo decreto del gallego, con el que además de cumplir una promesa electoral con aquellos padres preocupados porque sus hijos llegasen a casa recitando a Rosalía busca reinventar una forma de enseñar idiomas que ha demostrado su ineficacia. Porque si bien el castellano y el gallego son lenguas con las que se convive a diario y sólo la parte gramatical es la que precisa de un mayor refuerzo escolar, en el caso del inglés los porcentajes hablan por sí solos: uno de cada cuatro españoles dice que lo habla bien, mientras que la media europea es de uno de cada dos.

Por eso resulta loable el objetivo que se marcan las nuevas autoridades educativas gallegas de conseguir una generación trilingüe, aunque lo que ya no es tan lógico es que se trate de fomentar el aprendizaje de idiomas a costa de restarle importancia a la lengua propia. Sería como potenciar la cuisine française arrinconando el lacón con grelos y quizá por eso parece tan indigesto este decreto.

No estamos a fin de mes, pero los políticos han tenido esta semana tiempo para hacer también las cuentas de casa mientras tiraban de calculadora para analizar los Orzamentos de la Xunta o la propuesta de nueva tarifa del agua de Lugo. Hablar estos días con cualquier concejal, diputado o dirigente de la Xunta es hacerlo en términos de guarismos y lo peor es que a cada uno le salen las cuentas de distinta forma, demostrando que en política las matemáticas no son una ciencia exacta.
El cambio en la tarifa del agua es una buena prueba. Y es que si bien la última propuesta del gobierno local defendida por la concejala de Economía, Sonia Méndez, apenas difiere de la oferta presentada por el nacionalista Xosé Anxo Lage, a la hora de hacer los números empiezan las dudas. En el PP, la pelota pasó esta semana hasta por tres concejales, que aunque tampoco se afanaron en hacer cálculos, lo que piden es «sentidiño» y que la subida que finalmente se aplique no sea demasiado gravosa para las economías domésticas, ya demasiado castigadas por la crisis. Otra cuestión son los Orzamentos, donde los números cantan por sí solos y aunque de momento están sobre el papel, lo que importa es que sirvan para materializar las promesas que los políticos hacen durante el año. Sorprendió eso sí la buena acogida por parte del alcalde, José López Orozco, quien cree que los principales compromisos que tenía la ciudad aparecen todos reflejados en el proyecto de ley de la Xunta. El nuevo hospital, el polígono de As Gándaras o el auditorio tienen su trozo de tarta, aunque ahora habrá que esperar a que se hagan realidad las inversiones, puesto que el gran hándicap de todo presupuesto es la ejecución, cuyo grado de incumplimiento tiene a veces tintes alarmantes.

DESAPARECER EN TIEMPOS REVUELTOS

Podría ser el título de una telenovela, pero lo cierto es que en una semana marcada por las mociones de censura, los políticos del PP evitaron hablar sobre el tema y algunos, como el presidente provincial de los populares,José Manuel Barreiro, estuvieron casi desaparecidos de la escena pública. Y es que a pesar de que los ediles de Tega que posibilitaron la moción de Láncara podrían ser considerados semitránsfugas, por las características del grupo político al que estaban adscritos, el caso de O Courel es flagrante e invita a una condena contundente por parte de aquellos que firman pactos antitransfuguismo.
Eso sí, Barreiro seguramente tenga justificación por el hecho de que estará atareado preparando la lista de la ejecutiva que presentará en el congreso provincial de los populares lucenses, que se celebrará a fin de mes. Algunos concejales de Lugo esperaban estos días su llamada, pero será que aún está echando cuentas.

Aínda que semella que algúns non espertaron do ‘shock’ que lles provocou o 1-M, o gabinete de Feijoo xa cumpriu cen días, nos que a palabra máis repetida durante a campaña, austeridade, foi tamén santo e sinal da acción de goberno. Desde o primeiro momento ademais o novo presidente galego non só deixou ‘descolocados’ a estraños senón tamén a propios, logo de buscar un perfil técnico na composición dos altos cargos da Xunta. Descubertas as vergoñas dos seus rivais nas urnas, coa filtración de facturas de coches e mobiliario de luxo ou de contratos a persoas ou empresas afíns, nestes meses Feijoo tivo como teima principal a de cadrar unhas contas das que dixo que presentaban un buraco de case 1.200 millóns de euros. Para iso emprendeu unha labor de recortes que mesmo chegou á Educación, a área que precisamente máis polémica está a xerar. O cambio no modelo da gratuidade de libros de texto ou o anuncio de reforma do decreto do galego son así os principais asuntos nos que a oposición atopa argumentos para contestar a acción de goberno. Porque no resto de capítulos estase a seguir co guión previsto e mesmo o relativo a infraestruturas pode que acabe saíndo da axenda política logo do ‘acordo do Obradoiro’, polo que o Ministerio de Fomento se compromete a ter rematado o AVE en 2015, e a Xunta, a non facer leña co tema. Cen días logo de doada senda para Feijoo, que nin sequera está a ter problemas coas vagas de lumes grazas ao verán suave que estamos a ter en Galicia. Iso si aínda, queda moito camiño por andar.